El Crack de 1929

Hacia 1925 la economía mundial estaba en desequilibrio con los Estados Unidos pues no podía generar una demanda suficiente a la producción que estos realizaban. Así pues, debido a la sobreproducción* se comenzó a acumular stock de diversos productos, dando lugar a la caída de precios, al desempleo y pérdida del poder adquisitivo. La especulación financiera* era una solución del negoció rápido y fácil, haciendo ganar dinero rápidamente, siendo el valor de las acciones ficticias, ya que estaban por encima del valor real. A causa de dicha especulación, gran parte de la población se abastecía de créditos bancarios para la adquisición de las acciones, lo que supuso una inflación crediticia. Por otra parte, la dependencia que la Bolsa Americana desencadenaba respecto al resto del planeta, sobre todo en los asuntos de acreditaciones fue de vital importancia. En 1928, algunos síntomas hacían prever que la economía estaba en peligro. Los ingresos de la población no habían subido tanto como para que el consumo siguiera creciendo.

Cuando en octubre de 1929 la Bolsa de Nueva York quebró, la crisis fue inevitable. Pese al estancamiento notable del mercado de valores*, la especulación predominaba vigorosamente sobre la inestabilidad surgida, pero ciertos inversores inquietos por la debilidad, decidieron vender y muchos de los especuladores que no se veían capaces hacer frente a la devolución de los créditos bancarios, fueron instintivamente a retirar los depósitos bancarios. Así pues la con la bajada de las cotizaciones de el 24 de octubre (que recibió el nombre de “Jueves Negro”) provocó la puesta en venta masiva de las acciones. La crisis no sólo se extendió al sistema bancario sino a la industria, el comercio y al agro estadounidense.