Reflexiones de Kant sobre el significado de la vida

Estoy leyendo (en mi nueva Kindle) la excelente biografía de Immanuel Kant —escrita por Manfred Kuehn— y me tope con una parte en la que se cita una publicación suya, de alrededor de 1760, escrita en forma de una carta hacia la madre de un joven amigo suyo, que acababa de fallecer, en la que reflexiona sobre el significado de la vida.

Les presento, entonces, la cita al libro de Kuehn. El primer párrafo son palabras de Kant, y en el segundo Kuehn cita por momentos de nuevo a Kant, y termina con una conclusión propia:

«Todo ser humano hace su propio plan sobre su destino en el mundo. Están las habilidades que quiere aprender, están el honor y la paz, que espera obtener de aquellas, felicidad duradera en la vida conyugal y una larga lista de placeres y proyectos completan la figura de una linterna mágica, que pinta para sí mismo y con la que se permite jugar continuamente en su imaginación. La muerte, que acaba con este juego de sombras, se muestra sólo lejos a la distancia y es oscurecida por la luz, que envuelve los lugares más placenteros. Mientras soñamos, nuestro verdadero destino nos guía en una dirección completamente distinta. La parte que realmente acertamos rara vez se asemeja a lo que esperábamos, y encontramos nuestras esperanzas tiradas en el suelo con cada paso que damos… hasta que la muerte, que siempre parecía tan lejana, termina de pronto con todo el juego». (Ak 2, p. 41)

Bajo estas condiciones, el hombre sabio se concentra «en su meta más allá de la tumba», y será «racional en sus planes, pero sin ser testarudo, optimista en que sus esperanzas serán realizadas, pero sin ser impaciente, modesto en sus deseos, pero sin ser criticón, confiado pero sin insistir, y activo en el cumplimiento de sus deberes, pero listo, con cristiana resignación, a obedecer los mandatos del Más Alto, cuando le plazca a Él llamarnos de este escenario en medio de todas nuestras luchas» (Ak 2, p. 42). Deberíamos siempre recordar esto, y deberíamos acostumbrarnos a pensar en tales cosas en medio del ir y venir de nuestros negocios y recreaciones diarias. El tedio, así como la excitación, controversia y placer, podrían pronto llegar a su fin[1].

Para otra entrada en este blog sostenida en una cita al libro de Kuehn, entren acá. Esperen muchas más.


[1] Manfred Kuehn, Kant: A Biography (New York: Cambridge University Press, 2002). La poco elegante e incómoda traducción es mía, y corresponde a la página 126.

4 comentarios

  1. Sólo cuando verdaderamente tomamos conciencia plena de que moriremos se inicia nuestro camino a darle un sentido a nuestras vidas, este sentido que busca la trascendencia más allá de nuestro limitado tiempo es la naturaleza cierta del hombre, el ser o esencia de cada uno de nosotros, por eso Soy , luego existo es nuestra mejor fórmula vital
    Y ese sentido trascendente si bien es diferente para cada hombre se presenta en su máxima mabifestacion en la expresión artística , la búsqueda de lo verdadero en la ciencia y la búsqueda del Ser Supremo en la experiencia mística
    Soy y luego existo, de otra forma vivimos sin vivir y morimos sin haber verdaderamente vivido. El sólo buscar un sentido vital nos hace verdaderamente humanos y no s lleva a lo sublime más allá de nuestra condición mortal

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