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La biblioteca del exilio

Por

ana cristina restrepo j.

redacción@elcolombiano.com.co

La biblioteca comunitaria “Héctor Abad Gómez” es una leyenda que, entre susurros, circula de boca en boca. Cuando el Bloque Metro de las autodefensas llegó a Lovaina en plan de conquista, no solo buscaba engrosar sus filas y hacerse a casas con terrazas y balcones en pisos altos; también iba a la zaga de “libros izquierdosos”. En aquel entonces, la pequeña biblioteca que ocupaba la casa de Amiga Joven, corporación que acompaña mujeres en contextos de prostitución, acogió como exiliados varios libros sobre Teoría de la Liberación, y biografías del Che Guevara y Camilo Torres.

Hoy, dicha biblioteca se ubica en el primero de los tres pisos de la Corporación Primavera-Talentos. Su reja y puerta de metal, con la nomenclatura 68-21, está debajo de un colorido porta-banderas con el escudo de Colombia. Jamás lució tan mordaz el listón de “Libertad y Orden”.

Un tapiz de flores pisoteadas de una acacia amarilla sirve de acceso a ese cuchitril abandonado y oscuro, de humedad fértil. Sus cortinas verdes, pesadas de polvo, ocultan de la mirada del peatón una decena de pupitres, tres estanterías de metal y una vitrina de madera, varios pizarrones y carteleras (“Hacelo por vos, ponete condón”) y siete computadores en artículo mortis.

En arrumes caprichosos se encuentran colecciones incompletas de Colcultura, Oveja Negra y Salvat, La Biblia, Cocine con Humberto, En forma con Jane Fonda, libros infantiles, enciclopedias obsoletas y textos desactualizados de matemáticas e historia. Revistas deshojadas. Películas de quién-sabe-qué en VHS. El paraíso para un reciclador.

En medio del desorden, algunos destellos de oro: Tuyo es mi corazón, de Juan José Hoyos; y Poemas escogidos, de José Manuel Arango (abro en la página 143: “Desmembración”. Macabra casualidad).

Afuera, en las calles de Lovaina, algunos niños se lanzan en bicicleta loma abajo por la 68. Otros quiebran adobes y dibujan con los fragmentos el perfil del valle sobre las aceras. O juegan hacinados en los patios de escobas de los inquilinatos.

Johnny, de once años, deambula por las calles a la buena de Dios. Cabizbajo: Espacio Público se llevó su arco de fútbol. (Como los novios celosos: si las calles de Lovaina no son mías... no son de nadie).

Además de dotación física, la biblioteca requiere voluntarios (bibliotecólogos, trabajadores sociales, licenciados para los refuerzos escolares); no obstante, cada uno (practicantes universitarios o estudiantes con responsabilidad social) debe pagar pasajes y la afiliación a una ARL: la Corporación Primavera-Talentos no puede asumir esos costos.

Una biblioteca comunitaria es importante porque facilita el acceso al conocimiento y, sobre todo, por su poder de cohesión social: la transformación en la dialéctica que genera el contacto con la lectura.

Los escasos libros de esta biblioteca son una metáfora de la población de Lovaina, sin parques ni espacios públicos para la cultura: relegada por la administración local y estigmatizada por nosotros, habitantes de esta villa indolente. Exilio en tierra propia.

Una ciudad incluyente no solo depende de políticas públicas. Todos, absolutamente, tenemos que ver.

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