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Conductas destructivas

Ausencias que se convierten en vicios

Conductas destructivas

Conductas destructivas

Marimar Centeno

Los conflictos emocionales que se sufren en la infancia y no son atendidos desencadenas situaciones difíciles durante la vida adulta. Los casos de adicción son un ejemplo de este tipo de situaciones.

Juan Eduardo tiene veintiún años, está a punto de perder el semestre, comenzó a faltar a la universidad y sus calificaciones han disminuido significativamente, cada vez le cuesta más levantarse de la cama, se la pasa dormido casi todo el día, las peleas con su mamá se han hecho más recurrentes, sin sospechar que él pueda estar consumiendo algún tipo de droga, ella siente que la situación ya se le salió de las manos.

Desde el enfoque sistémico de las constelaciones familiares, Bert Hellinger dice que la dinámica principal en la adicción es que el hijo no puede o no debe tomar de su padre algo bueno. La madre le comunica consciente o inconscientemente un mensaje: “únicamente aquello que viene de mí es bueno, lo que viene de tu padre no tiene valor, no debes tomarlo”.

LLENANDO VACÍOS

En psicología, cuando una persona se hace adicto a algo, simbólicamente busca llenar un vacío, la finalidad es cubrir la falta de algo. En la búsqueda de las sensaciones de bienestar temporal, se esconde el anhelo de reencontrar “lo perdido”, momentáneamente el adicto puede llegar a sentirse “completo”.

Cuando Juan Eduardo tenía tres años de edad, sus papás se divorciaron, durante su infancia su papá lo visitó en muy pocas ocasiones, las fechas se distanciaban cada vez más, hasta que finalmente dejó de buscarlo. En su necesidad psicoafectiva de tener presente a una figura masculina, el entonces niño, se refugiaba en su abuelo materno, encontrando en él cariño, afecto y una imagen masculina positiva, pero su abuelo murió de un infarto cuando él tenía nueve años de edad.

El trabajo clínico de Bert Hellinger hace referencia a que la adicción a alguna droga se relaciona directamente con la exclusión o ausencia emocional del padre, mientras que la adicción a la comida tiene que ver con la relación materna.

Después de la muerte de su abuelo, Juan empezó a tener un cambio de conducta muy significativo, mostrando un comportamiento rebelde en la escuela al grado de ser expulsado de ese y de los siguientes tres colegios.

LA BÚSQUEDA DE LÍMITES

En su adolescencia siguió con la misma conducta retadora, buscando molestar a los demás, pelear constantemente, siendo su deseo inconsciente que alguna figura de autoridad le pusiera límites, rol que en el sistema familiar le corresponde al padre.

En la memoria emocional del niño sucedió lo siguiente, cuando sus papás se divorcian y su padre deja de buscarlo, internamente él registró el abandono y la traición por parte de alguien que debía amarlo, cuidarlo y protegerlo, eso le creó una herida que es temporalmente cubierta con el afecto de su abuelo materno, a partir de ese momento no solamente tuvo que lidiar con el nuevo “abandono”, sino que su memoria emocional se hizo presente al recordarle que había sido abandonado anteriormente por una figura masculina que era muy importante para él.

A sus nueve años, no tuvo los recursos necesarios para saber cómo enfrentarse a lo que estaba sintiendo, aún no comprendía la ausencia de su padre cuando se presentó el duelo por la muerte de quién le daba afecto, nadie le había hablado sobre la muerte, el dolor que sentía lo superaba, experimentaba también un gran enojo hacia su padre por no haber sido constante en su vida. Las personas cercanas a él no detectaron su sufrimiento, ya que lo reprimía, evitaba expresar que se sentía triste. Para un niño, jamás habrá una razón suficientemente buena que justifique la ausencia de alguno de sus padres.

Es importante saber que los cambios significativos en la conducta de los niños, son, en muchas ocasiones, su manera de pedir ayuda.

En su último año de universidad, Juan Esteban ha comenzado a consumir drogas, terminar su carrera representa lograr una meta, “cerrar”, simbólicamente, algo para lo cual debió ser constante, motivo por el que empieza a manifestar síntomas de ansiedad que le generan tristeza y enojo, emociones que experimentaba cuando era niño. Debido a que no recibió atención psicológica durante su infancia, sigue sin tener los recursos necesarios para enfrentar lo que está sintiendo y salir adelante, siente, simplemente, que no podrá terminar lo que empezó, porque nunca ha habido una figura masculina positiva constante en su vida y tampoco ha “cerrado” los duelos emocionales que tiene abiertos desde pequeño. Siendo ya un adulto joven no se pelea con sus compañeros de clase pero ha tenido varios accidentes viales y ha sido detenido en diversas ocasiones por pasarse los semáforos en rojo o manejar a exceso de velocidad, lo que indica que inconscientemente sigue buscando que alguien tome el rol paterno y le ponga límites.

MENSAJES AMBIVALENTES

Es muy difícil asumir la responsabilidad de quedarse al cuidado de los hijos cuando uno de los padres se va y aunque el que se quede a cargo del pequeño haya estado siempre presente y haya sido afectuoso con él, puede hacer comentarios excluyentes hacia el padre ausente que pueden afectar significativamente la conducta del niño: “tu padre te quiere, pero no lo necesitas”, “con el amor que yo te doy es suficiente para ti”, “no te ha hecho falta nada”.

Sin embargo, eso no significa que un pequeño no necesite y añorare la presencia de su padre, el anhelo de cualquier niño es tener a ambos progenitores al menos en su corazón, con estos dobles mensajes el niño de manera inconsciente crea una lealtad hacia su papá para darle un lugar dentro de su ser y empieza a sentir enojo hacia su mamá, ya que pretende ocupar un espacio que no le corresponde.

Cada vez que inhala la droga, simbólicamente, el adicto está inhalando al padre y al mismo tiempo está vengándose de la madre porque sabe que cuando ella se entere le puede ocasionar dolor, así como el dolor que él sentía cuando ella excluía a su padre de su vida.

Juan Eduardo ama a su mamá, pero una parte de él siente enojo. Este enojo, y la situación completa, puede sanar si la madre empieza a darle un lugar al padre en el corazón del hijo, a través de acciones que expresen el mensaje: “honro a tu padre porque gracias a mi relación con él, naciste tú”, es decir, cuando le otorgue valor y respeto a la figura paterna y abra las puertas del corazón de su hijo para que lo pueda amar sin sentir culpa.

Twitter: @Marimar_Centeno

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