ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los años han pasado, pero todavía me siento brigadista sanitaria de la Federación, señala Margot. Foto: Pastor Batista

MANATÍ.—Virtuosa y elegante. Así la vi desde que mis ojos se encontraron con su silueta, demasiado esbelta y juvenil como para que alguien pueda imaginarla octogenaria.

En aquel instante, como a lo largo de sus últimas 32 primaveras, Margot González Crespo era todo oídos. En 1983 perdió por completo la visión, pero no la capacidad de percibir nítidamente todo cuanto acontece a su alrededor… y más allá.
Por ello se enorgullece cuando le arriman un taburete muy cerca de la imagen de Vilma Espín, cuyo latido le sigue llegando. Por ello levanta convencida el brazo para respaldar la nominación de un vecino suyo al que han propuesto como candidato a delegado de base. Y por ello, también, suele acudir a cuanto momento congregue al barrio, para hablar, escuchar, opinar o hacer.

“Yo siempre fui así y no cambiaré —afirma con enfático acento—. Los años han pasado, pero todavía me siento brigadista sanitaria de la Federación (de Mujeres Cubanas), activista del Comité (de Defensa de la Revolución) y la Margot que subía por la baranda de un camión, participaba en un trabajo voluntario y regresaba del campo con los huesos molidos pero profundamente dichosa y feliz”.

—Alguien me comentó que, aunque ya no puede hacer esas cosas, usted sigue siendo útil…

—Ayudo en lo que puedo. A veces me solicitan criterio de algún joven y doy mi modesta opinión. En otras ocasiones me piden un consejo o que me refiera a hechos históricos de esta zona, a sucesos en el barrio jamaicano, a incendios… y yo relato lo que conozco, lo que viví. En verdad todo eso me resulta muy curioso porque por momentos parece que soy una historiadora.

“Es bueno tener siempre presente el pasado, el más reciente y el otro: aquel que algunos olvidan. Cada vez que tenemos estas asambleas para proponer a los mejores, a los que de verdad van a representarnos, a mi mente viene aquel pasado anterior a 1959, al que ni muerta quiero regresar jamás.

“Hoy nadie se muere de hambre, faltarán algunas cosas, pero nadie se muere de hambre. Antes había mucha gente que no comía y también muchos que comían pero no se llenaban. Nadie me lo contó; lo viví en carne propia. Trabajé desde los 13 años, tuve que hacer de criada en hogares de gente pudiente y como empleada en la Manatí Sugar Company. Yo no trabajaba en cualquier casa, sino donde me permitieran llevar un poquito de comida para mi familia porque pasábamos hambre, mucha hambre.

“De eso hay que hablarles más a los niños y a los jóvenes. ¿Si no, cómo van a saberlo? Hoy la realidad es otra y hay quienes no creen las cosas que sucedieron aquí antes de que triunfara la Revolución. Yo no quiero ni imaginarme ciega en aquella Cuba. Hoy me siento atendida por la ANCI (Asociación Nacional del Ciego) y por este Gobierno que no cambio por ninguno otro en el mundo entero”.

Esa es la razón por la cual familiares, vecinos y visitantes siempre van a encontrar a Margot en asambleas y momentos así, o recogida en su hogar, pero atenta a la radio, a la televisión y en particular a esa mesa redonda informativa que no deja escapar, para que nadie pretenda confundirla y para seguir “viendo” con meridiana nitidez lo que acontece en medio de la oscuridad en que algunos la imaginan a ella, al sur de esos espejuelos oscuros que la han acompañado durante años.

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Magalys Gourriel dijo:

1

9 de marzo de 2015

13:01:34


Me enorgullece como personas de esa edad siguen luchando por esta patria que es de todos cubanos y que los jovenes debemos de seguir con el ejemplo.

Pastor dijo:

2

10 de marzo de 2015

16:16:02


Sí Magalys. No son pocas las personas así. Lo importante es que llegado el momento (la vejez, el futuro...) también lo hagamos nosotros, de manera que siempre haya una continuidad para no perder nunca ni el rumbo ni las conquistas que tenemos. Así lo pienso, así te lo confieso de todo corazón.