Los préstamos y los créditos son dos tipos de financiación distintos. Ambos productos financieros proporcionan fondos al solicitante, pero sus definiciones y objetivos son diferentes. Mientras que los préstamos personales dan la totalidad de la cantidad solicitada en el momento en que se aprueba, un crédito permite al banco facilitar al cliente el acceso a una determinada cantidad de dinero que podrá gastar como mejor le parezca, ya sea toda la cantidad prestada o sólo una parte de ella.
Las diferencias entre crédito y préstamo
Un préstamo es un tipo de operación financiera que, tras su utilización inicial, concede al prestatario acceso a una determinada suma de dinero, sujeta a la devolución del importe principal más los intereses acordados en un plazo predeterminado. Los pagos del préstamo se amortizan a lo largo del tiempo. Los principales atributos de un préstamo financiero son los siguientes:
- La duración del procedimiento está predeterminada.
- Salvo que se apruebe oficialmente un nuevo préstamo, la operación se cierra una vez amortizado todo el capital mediante el pago de las cuotas (mensuales, trimestrales, semestrales, etc.).
- La totalidad del importe prestado está sujeta al pago de intereses.
- Los préstamos tienen plazos más largos: años, por término medio, etc.
Con una tarjeta de crédito, puede modificar la cantidad que toma prestada en función de sus necesidades actuales, lo que le da más flexibilidad financiera. La cantidad máxima de dinero que el cliente puede retirar, total o parcialmente, se especifica en el crédito. El consumidor puede optar por utilizar todo el dinero concedido, parte de él o nada en absoluto. Las principales características de un crédito son:
- Los créditos suelen tener tipos de interés más altos que los préstamos.
- Aunque puede haber un pequeño cargo sobre el saldo no dispuesto, sólo se pagan intereses sobre la cantidad utilizada.
- Se puede sacar más cuando se devuelve el préstamo, siempre que no se supere el máximo.
- A diferencia de un préstamo, un crédito suele renovarse anualmente, lo que permite al cliente seguir utilizando esta fuente de financiación según sus necesidades.
Los dos métodos más comunes de utilizar el crédito para obtener financiación son las tarjetas de crédito y las pólizas de crédito, a veces conocidas como líneas de crédito. Éstas suelen expresarse a través de cuentas corrientes en las que se puede ingresar y retirar dinero hasta la cantidad autorizada.